martes, 2 de noviembre de 2010

Sangre

En los pasillos del teatro las luces parpadeaban anunciando el perentorio comienzo del concierto. El afinador ajustaba las últimas cuerdas para el maestro. El típico desproporcionado dorado decorativo, las columnas dóricas, la mágica cúpula, el murmullo preliminar del gentío, sus trajes, vestidos, el olor a palco y a gallinero, todo en suma componía una obra en sí propia.
Afuera llovía, o no. Adentro no había sol ni luna. Adentro era dorado, El Olimpo de nubes doradas, eso, El Olimpo y el maestro el mismísimo Zeus.
En pocos segundos reinó un silencio casi absoluto. Solo se escuchaba a los acomodadores en sus últimos retoques, enseñando a algún bruto aristócrata su lugar de permanencia. El necesario desperfecto del cuadro, el que lo hace más humano y menos deidad, dialécticamente cálido y superficial.
Algún distraído se asustó con los aplausos y el elegante maestro, caminó el escenario. Hizo elegantes reverencias hacia un lado, hacia el otro, al centro y volvió a su banqueta taburete. El joven maestro miró sus palmas abiertas. Primero su diestra y luego su siniestra, olió ambas manos. Gentilmente apoyó su anular izquierdo en el Do grave de la primera octava y así comenzó a sonar Ravel… comenzó a sonar Ravel cuando tendría que estar sonando Debussy, lo cual pasó por alto para aquellos snobs que gustan del Colón por pertenecer pero no a aquellos quienes disfrutan del arte. Extraño pero aceptable. El resto de la primera mitad del programa fue respetada. La gente encantada con su genio trató de evadir el asunto del cambio de programa, aunque inevitablemente fue mencionado, conjunto a reproches sobre alguno que tosía mucho y otro que aplaudía sobre el final de los primeros movimientos.  
Otro juego de luces, silencio y miles de ojos sobre el telón trasero el cual suavemente vibró unos segundos y nada después. Justo cuando el murmullo comenzaba en crescendo a respirar cada vez más fuerte, un desprolijo cuerpo bípedo asomó su carne al escenario. El maestro tenía la camisa fuera del pantalón, algunos botones desprendidos y las mangas abiertas. Agitado y transpirado se sostenía del pesado género fundidos en un mismo escarlata. La sangre apuraba sus muñecas y en medio de los antebrazos se desprendían, gotas suicidas, hacia el abismo. La gente no sabía exactamente como reaccionar ante tal escena, pero a medida que el maestro recuperaba la compostura y se acercaba con fiereza al piano, las voces fueron silenciando hasta que la primera nota calló la última silaba de extrañeza. Sonaba una pieza desconocida por todos, incluso el maestro sentía como aquella melodía nacía y con el alma en sus dedos la música renovaba lentamente sus fuerzas. Y fue en crescendo y crescendo, y la sangre en las teclas, y en el aire, y volaba junto al sonido cada gota rubí, e iluminadas en la corriente, en el hálito mismo de la vida hecha canción, y pintaban así el atónito paisaje de teatro. Cada reverberancia remitía a una muerta armonía anterior, transmigrando el alma misma en cada cadencia, de nota en nota, un renacer que era creación, que era algo nuevo, y, entretanto, del pecho del artista bramaba un grito corto, monosilábico y seco. Aquello que el piano cantaba era la ambientación misma del cielo o del infierno, o quizás en aquellos foros se cante una misma canción y quizás, sólo quizás, el maestro sea el catalizador, sea el encargado de terminar con la dialéctica, sea de quien nació una vez la paradoja viva y señale así el final del tiempo y de la lógica, para escuchar para siempre la música de las esferas.

5 comentarios:

  1. queremos mas poemas! Tenes un "algo", escribí mucho, compañero, que se nota te sale bien.
    Un consejo de poeta vago, y por lo tanto, mediocre.

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  2. Gracias Duaca!
    Si es por vagancia yo soy terrible, pero estos comentarios son combustible. Tengo un par de poemas que no termino de masticar, en algún momento aparecerán- Gracias por la onda, por encontrar un "algo". A escribir ambos, dale, vamo, vamo, vamo!

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  3. yo estuve en esa escena!!! increíble

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  4. En verdad uno al leer se transporta a otro mundo generando un momento de lectura único
    saludos y mis felicitaciones por lo bien que escribes

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