martes, 17 de agosto de 2010

Misa de réquiem

¿Hasta dónde llegamos? ¿Hasta un extremo insostenible o terminó en el preludio?
Tendremos que vivir con el misterio, perdernos lo que no pasó. Eligiendo se descarta y lo que no tomamos se pierde en un qué hubiera sido.
Tal vez sea loable perdonarnos con el tiempo, si evadimos los rencores, si nos ciñe el olvido imposible. Tal vez, si dejo de quererte, fuese posible madrugar abrazado al aire y no vomitar por dentro. Quizá deje de hostigarme, de culpabilizarme por no haber hecho suficiente, por no agradarte lo suficiente como para que nada más importe. Quizá le eche en cara al tiempo lo inoportuno que se presenta, lo irónico de sus bromas de mal gusto. Asaz impertinente el tiempo, metiéndose donde no debiera, retardando o, en el peor de los casos, condenando al peor de los limbos nuestra empatía perfecta.
Nos veremos en el amor, en la vejez, la enfermedad o en la muerte, arpía de mil abrazos, abogando al recuerdo. Nos veremos en los sueños cruzados y en las posibilidades. Nos veremos al menos, de seguro, en una misa réquiem.

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